Claudia Aragón: afro-chola contemporánea y activista marrón
- Nayeli Miranda
- 20 jul 2018
- 14 Min. de lectura
Soy Claudia Aragón, soy cusqueña, soy afro-chola peruana contemporánea, tengo 28 años y soy activista marrón.

Fotografía: Ana Harff
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Féminas: ¿Nos puedes platicar sobre a lo que te dedicas?
Claudia: Bueno, yo estudié psicología en la Cayetano, luego diseño. Fui profesora de diseño y después capacitadora de mujeres en situaciones de riesgo. He acercado a la fabricación de textiles o la de prendas hechas a mano a mujeres en ambientes de violencia que ven en el tejido una manera de cambiar su vida. También he sido profesora en el programa de becas 18 de niños, que bueno, este programa de becas en mi país ayudaba a los niños de los lugares más recónditos (en pobreza y pobreza extrema) para ayudarles a ser lo que ellos querían ser y cumplir sus sueños, allí fui su maestra de diseño.
Después comencé hacer proyecto marrón, bueno ya lo hacía, pero conscientemente no. Antes no era activista política solo era una lucha de proceso personal para reafirmar quién soy, porqué estoy aquí, porqué me amo, porqué debo ayudar a otras mujeres y porqué me percibo como lo hago, a través de mi construcción como mujer chola-afro contemporánea en Perú.
¿Cómo está la situación de género en tu país?
Hay un poco más de apertura, pero, por ejemplo, en la currícula nacional de educación no se ve el enfoque de género. Hay proyectos como “Con mis hijos no te metas” que lo hacen ver como ideología de género cuando el enfoque de género destaca que todos debemos ser tratados de la misma manera sin importa el color que tengas, la clase, la sexualidad o el género. Hay proyectos que están avanzando en la lucha por esto, por ejemplo, las compañeras trans. ¿Te acuerdas del día en que nos conocimos y te dije que había escuchado sobre Féminas? Es que en Perú hay uno con el mismo nombre que es de compañeras trans. De hecho, de allí me acordé que dos de mis alumnes en el instituto hicieron un proyecto de ropa para mujeres trans, porque no hay ropa para ellas, ya que no sé puede adaptar la ropa de mujeres cis pues morfológicamente su cuerpo es más angosto y el de las trans es más ancho. Así que lo que él hacía era estandarizar las tallas de las prendas, se unión con Féminas Perú para hacer las medidas y realizar una colección para compañeras trans.
Se está avanzando y hay más visibilidad, pero también por eso hay mucha represión, y más en espacios públicos. A mí lo que me sorprendió de México hace dos meses es que vine, era ver compañeras o compañeros y compañeres que se agarraban de la mano y se besaban. En Perú es más difícil que tu veas eso porque la gente juzga mucho, yo sé que acá también, sin embargo, allá es mucho más y se escandalizan demasiado. Mi país es uno católico, igual que México, y la religión tiene mucho que ver con las cosas del Estado. Es un país en proceso de cambio continuo ya que el presidente se fue, ahora hay uno interino, se han descubierto casos de corrupción, eso ha afectado mucho. Los feminicidios también traen consecuencias, a una chica la mataron en un bus, su asesino se subió, le hecho gasolina y la prendió. La chica estuvo resistiendo, pero al final la mató, no aguanto más. Hace unos días a una compañera en Cusco también la quemaron. Es realmente doloroso el nivel de violencia a la que están expuestas las mujeres en mi país, pero más si eres una mujer trans, ya que no eres visible, eres invisible para la sociedad porque no tienes derechos como ciudadana, entonces si te agreden, te matan, te violan o te violentan de alguna manera el Estado no va hacer nada porque ni está capacitado para ayudar a una mujer cis y vemos como no la tratan bien diciéndole que ella debió haber hecho algo o las culpan a ellas. Además, las mismas compañeras tratan de justificar al agresor. Yo soy mucho de creerle a las compañeras, porque nadie, en serio nadie, se inventa un abuso sexual o un hecho doloroso, es muy difícil sacar que te han violado de niña, te han tocado o te han violentado física y psicológicamente ya que hay mucho prejuicio sobre eso y las personas juzgan a la mujer cuando en realidad ella no tiene la culpa, la culpa la tiene la sociedad machista, los hombres que son machistas, que son muy violentos y que son sociabilizados de esa manera, entonces es difícil.
Este año me hicieron una entrevista en mi país y por primera vez, en periódico nacional, dije que había sido víctima de violencia sexual cuando era niña, porque había tratado de borrar esos hechos de mi cabeza ya que era una niña de unos 6 años, que aún así se sentía mal. Uno piensa el por qué se siente mal cuando el otro tiene la culpa, pero está esta construcción que te dice que no debiste haber estado sola, debiste estar con tu mamá. Tantas cosas que te dice la sociedad cuando en realidad eso nos puede pasar a cualquiera. También me ayudó mucho enterrarme que otras mujeres en mi familia habían pasado por este proceso de dolor, eso me hizo tomar el valor de decirlo para que a través de mi testimonio se vaya rompiendo esa cadena, para que no le pase a mi hermana. Por eso hay que estar pendientes de ella. La verdad, nuestro sistema es tan violento con las mujeres que tu no sabes cuando algo puede pasar y tu no te das cuenta, y muchas compañeras no lo superan, cargando por mucho tiempo esas situaciones o lo ocultan, pero cuando aparece se desata el desmadre, el dolor, la culpa, el juicio. Es súper difícil.

Fotografía: Ana Harff
Aquí tenemos un concepto muy diferente de lo que es chola, ¿en tu país a qué se refiere?
Las cholas son mujeres que viven en situación de vulnerabilidad o no, porque tiene que ver con la autoidentificación, pero en general las personas que son cholas y cholos son gente que vive en el campo, en el monte. Hay tres tipos de campos: en la selva que hace mucho calor, la gente que vive en la costa que es como desierto y las personas que viven en la sierra en donde hace frío y llueve. Pero las personas que son cholas y cholos son aquellos que viven en la parte andina de la sierra, se pastean los animales, tienen economía comunitaria en la mayoría de las ocasiones, hablan lenguaje originario y tiene una estética distinta, o sea, las mujeres usan polleras, su sombrero, su manta, dependiendo el lugar porque hay muchas creaciones de identidad de vestuario. Igual los hombres usan su poncho, eso es lo que es un cholo. Sin embargo, yo me defino como afro-chola contemporánea, el afro recién lo asumí porque investigué la parte de mi mamá. Me idéntico así porque uso pollera, zapatilla, me rapo la cabeza, uso piercings, uso chaquetas de cuero y mezclilla, tengo tatuajes, y tú ves a una chola y no es lo que vas a ver en mí. Yo soy una mujer que nació en la urbe, en Cusco, que es una ciudad de la sierra pero que es altamente turística y está expuesta a muchos estímulos visuales, al internet, a otros tipos de música, que me han construido como punk, el reggaetón, así como sus estéticas, entonces por eso me defino como contemporánea porque estoy hecha en este contexto y soy mujer del siglo XXI que abraza su raíz tomando su identidad de chica de siglo XXI que es feminista, pansexual, no monógama, o sea todas estas características que no se hacía antes, y que en otros aspectos los españoles lo borraron.

Fotografía: Ana Harff
¿Por qué el activismo marrón y en qué se diferencia de otros activismos?
Lo que pasa es que el activismo marrón viene de la autoidentificación. Yo soy una chica que no viene del campo, yo nací en la urbe, en Cusco, una provincia que tiene sus pueblos alrededor, como mini distritos. Entonces, yo nunca he vivido en el campo, ni el monte, pero mi abuela sí, mis ancestrxs, tanto mis ancestros afro por parte de mi mamá como mis ancestras de parte de mi papá que han vivido en comunidades, en el campo y tiene sus animales, sus chacras y una cosmovisión diferente del mundo.
Así que, ¿por qué yo me identifico marrón y como afro? Por ejemplo, yo uso polleras y, a pesar de no hablar lengua originaria (quechua) porque mi abuela me prohibió hablarla por el hecho de que cuando hablabas una lengua originaria te discriminaban por tu raza mucho más, entonces la lógica era que si era mujer y hablaba lengua originaria me iban a discriminar. Mi abuela como medio de proyección no nos dejó hablar lengua originaria, aunque mis tíos y mi papá si lo hablan porque son varones.
¿Por qué el activismo marrón es diferente a otros? Porque te autoidentificas. Por más que hayas nacido en la urbe, yo soy cusqueña chola-afro, soy indígena urbana y aún mantengo mi visión del mundo, mis rituales. Yo sí uso vestimentas originarias como polleras, cosas en el pelo o de mis abuelas que atribuyen y construyen mi identidad. Pero tengo otras compañeras y compañeros que no usan prenda ni hablan lengua originaria, que eso los haría ser como indígenas o amazónicos, pero ellos se identifican como indígenas urbanos y también aceptan su color. Usualmente, en todo el mundo, las personas de color vienen de una etnia y tienen que ver con las etnias que no están en el centro, sino en la periferia, que son las personas migrantes que han vivido en el campo, en la selva.
Por otro lado, la construcción de las personas afro es muy diferente, pues el color de piel es una característica fundamental ya que la ves y la identificas como afro. En cambio, los morenos, o los prietos como dirían aquí en México, o los marrones como yo lo uso no… marrón aquí y allá hay millones, pero ¿cuál es la diferencia de autonombrarte marrón? Es la identificación que tengas, el decir que tu abuela es de Cusco, mi abuela es de Puebla o de alguna parte de haya tenido que ver con una cosmovisión de vida diferente, rituales y una construcción de sociedad comunitaria distinta que no hay necesariamente por el proceso de colonización.
También yo lo utilizo como una reapropiación para que la palabra no se escuche fea. Justo el otro día vi un video de maricas en Bolivia, es como hacer eso. Que cuando me digan marrón yo reafirmarlo por mi color y por como mi identifico, pues mi abuela es cusqueña, mi abuelo es negro, porque mi abuela vivió en el monte, ha tenido sus chacras, hablo lengua originaria, tiene una fe, es politeísta… o sea, toda esa construcción que me han dejado mis ancestras, asumirla como mía y decir sí yo soy chola, porque cuando una se autoidentifica como afro, como amazónica o chola, o como tu te quieras identificar pero que tengan que ver con poblaciones vulneradas o con poblaciones discriminadas o que han sido victimas del sistema clasista es ponerte en esos francos.
Cuando comencé a usar polleras hasta mi mamá me preguntaba el porque usaba esa ropa, o mis amigos me cuestionaban mis razones porque yo ya había “evolucionado”… Claro una parte del blancamiento es estudiar, que no todas las mujeres en Latinoamérica tienen ese privilegio de estudiar, entonces yo digo que, a pesar de todo, yo regreso a mi raíz y la abrazo, porque también yo creo que si uno de sabe de donde es no va saber a donde ir, nunca, ya que vas a estar preguntándote quien eres, porqué eres como eres, porqué mi color es así, porqué tengo esta nariz, pero puedo entender que tengo esta nariz porque mi abuelo la tenía, así ancha y de gente morena, una belleza única de las facciones que son grandes.
Mucho tiempo fui victima de bullying porque mi cara era así, porque mi color era así, entonces este es el sentido de reapropiación y de resignificación, de amar y entender el porque mi nariz es así. Si tu ves a mi mamá es como una negra, aunque más clara, pero con las facciones de una mujer negra y es totalmente bella. Mi abuelo era muy simpático también. En una conversación con una compañera me cuestionaba porque decía que las facciones de la gente negra son anchas, y yo respondí que, porque así son, y no las estoy comparando con una belleza caucásica. Cada belleza es distinta, es hermosamente diferente y todas somos bellas, pero hay que entender eso también y es un viaje muy difícil. Entender de donde eres es muy difícil, pero si tu escarbas en tus raíces, y más en países como en México o latinoamericanos que han sido colonizados que han traído a tanta gente como esclavos que nos hemos mezclado, entonces tú haces tu línea y hasta puedes ser gitano, puedes tener una mezcla increíble si tu realmente retomas tu raíz más antigua. Puedes hacer de cualquier lugar y hay que aceptarlo, y todo eso tiene carga genética, emocional, indumentaria y de muchas formas. Son tantas cosas que te tienes que regresar para entender y construir cada día.

Fotografía: Ana Harff
¿Algo que quieras agregar del enfoque descolonialista de tu trabajo?
Básicamente, yo estaba haciendo un trabajo personal que no lo había politizado hasta el año pasado que regrese de Chile. Unos amigos me dijeron que lo que hacía con mi ropa, las formas en que me manifestaba al peinarme o cortarme el pelo y mis tatuajes era política y resistencia, y no me daba cuenta, así que comencé a asumir y analizar lo que hacía Lo que hago es una resistencia en el sentido de romper con lo que dicen que tienes que ser, cómo debes vestirte, que debes decir, hablar, saber, etc. No hay libre albedrio, no hay libertad de pensamiento ni de expresión, no hay libertad en nada si te asumes como una mujer socialmente correcta. Entonces, yo nunca he sido así y asumí un poco más mi lucha de una manera activa, política y de confrontación. Así yo sea la única, o haya más compañeras, pero a lo que voy es que a mi me importa más ser diferente.
Algo que aprendí después de varias terapias es que, a pesar que me expresaba con la indumentaria por dentro no estaba bien. Tuve que expresarme con la ropa para amarme a mí misma. Sin embargo, me di cuenta que primero te debes de amar para después expresarte en indumentaria, porque si tu quieres salir como quieras a la calle tienes que tener la fuerza interior suficiente para enfrentarte al que dirán, a las burlas, las risas, a la sociedad que siempre se va a reír de lo diferente y va a juzgar al que no es “normal”, cuando no existe la normalidad.
Yo digo que, si una mujer o un hombre, una compañera o compañero no hace una lucha y no sale uno, las mujeres no estudiarían, no votaríamos, no hubiéramos hecho nada de lo que hemos hecho ahora, y es porque una quiso cambiar la historia. Si te toca que se rían, pues bueno, tendrás que tomarlo de la mejor manera. Ahora ya no me afecta, me da curiosidad la reacción de la gente, pero para llegar a eso hay que tener una fortaleza interior bastante grande. Más allá de tu ropa hay proyectar la belleza a partir de tus emociones, tu libertad, de tu poder hablar, de tu poder manifestarte como mujer.
Cuando una persona se toma como un ente político de cambio, ya se con la palabra, o como te ves, ya estas cuestionando y haces que otra persona abra más su mente. Eso es declararse políticamente, y cuando una mujer se conoce, conoce sus límites, su poder, qué quiere y qué no quiere, es muy importante. Cuando una mujer se identifica ella puede decir lo que quiera porque ella ya sabe quien es, y no le va afectar que alguien venga y la insulte y le grite, porque le dirá: oye amigo, yo ya lo sé. Es como si me dijeran chola de mierda o que me insultaran, pues lo han hecho, pero yo lo dejo pasar porque yo sé que no soy eso. Si me gritan marrón yo lo acepto orgullosamente porque así me identifico, y soy agente de cambio, de eso parte el activismo marrón.
Justo estaba hablando con una compañera del proyecto y me dice que identificar agentes de cambio a marrones es difícil porque primero te debes autoidentificar y ponerte la bandera de algún grupo que ha sido vulnerada y convertirte en tu propio agente de cambio, porque tu piel… ser marrón no te hace agente automáticamente de cambio. Yo creo que la base para generar el cambio, ya sea personal o político es que realmente de conozcas, que te veas al espejo y que aprecies lo que eres. Todo eso que dijiste o que lo que la gente te dijo que era feo, mirarlo y mirarlo con amor.
Mirar a mi cara, yo tuve problemática con mi cara muchos años, porque me decían en el colegio que era fea y que tenia cara de hombre y que tenia que cortarme la cabeza para que mi cuerpo fuera perfecto. Después de mucho tiempo entendí que no era así, que yo soy completamente bella con mis pecas, con mis facciones, viéndome realmente hermosa para mí. Más allá de eso yo sé que soy adentro y cómo lo muestro al mundo, eso para mí es muy importante, al igual de ayudar a mujeres para que encuentren eso bonito que tienen y decirles que muchas personas las embrujaron.
Yo creo que la palabra es un embrujo, porque alguien te dice algo y te la crees, y vas a seguir pensándolo, pudriéndote la cabeza y amargándote la vida. Entonces la cuestión es que tu te salgas de ese embrujo. Debes darte cuenta que cómo te dijeron que era no te define. Yo tenía una amiga con un problema en la espalda, y le hicieron un corte por una cirugía desde el cuello hasta la parte baja de la espalda y ella usaba ropa que hiciera ver eso porque su imperfección, que para todos era horrible, para ella era especial porque era la muestra que pudo resistir, y eso era su signo de guerra, allí encontró su belleza, en esa imperfección, sintiéndose bella y ganadora por esa cicatriz. Por eso importante encontrarle lo bonito a lo que las personas te dijeron que no era bonito en ti mismo y siempre ser muy amable con la compañera.
Yo creo que si una mujer se expresa de otra como le gustaría que se expresara de sí misma, todo cambiaría entre nosotras, pues nos han enseñado a ser rivales. Tienes que ser la mejor de clase, la mejor en el trabajo, tienes que vestirte más bonita que ella, tener mejor cuerpo, tienes que tener más conocimiento, ser siempre la mejor, pero nosotras no podemos competir entre nosotras porque hay algo muy importe en las competiciones: solo compiten los que tengan las características iguales o similares, y las mujeres no tenemos ni las características ni iguales ni similares. Si tu entiendes que eres un universo distinto y tu propio estereotipo de belleza todo va a cambiar.
Justo estoy armando otro proyecto con una compañera que se llama “Soy mi propio estereotipo de belleza”, vamos a retratar los rostros de muchas compañeras y una parte de su cuerpo que a ellas les guste para armar una muestra fotográfica, haremos una cuenta de Instagram porque me parece importante resaltar que la belleza es completamente particular y no hay igualdad.
De eso va, porque es un viaje que yo he tenido, con altibajos, pero en la que me levanto de la mejor manera, porque no siempre me veo hermosa o me pasan las cosas que quiero que me pasen o porque hay procesos que debo continuar, por ejemplo, lo que te contaba que fui abusada a los 6 años y han tenido que pasar 22 años para que yo lo asume, para que hable. Siempre hay procesos que van reviviendo, perdonando, y de allí van otros, es crecer todos lo días y destruir todos los estereotipos de nuestros sistema patriarcal heteronormativo, machista, que también nosotras lo tenemos implantado, la misoginia, la xenofobia, el racismo, el clasismo y sobre todo el juzgar y ser prejuiciosa con la otra, ver a la compañera y decirle lo fea que es en vez de decirle que es bonita, y no desde el lado juzgador, sino ver los bonitos atributos que pueda tener la compañera, no mirarnos en lo feo, ni a nosotras mismas
Siempre hay que escuchar, porque yo me construyo siempre escuchando a las otras. Por eso doy talleres, porque cuando ellas hablan de repente solo necesitaban esa palabra para dejar un proceso y cerrar un ciclo. Yo creo que en los talleres llegan las mujeres que tienen que llegar y están las que tiene estar y se conocen las que se tienen que conocer, aunque nunca más se vea, pero lo que dejaron en ese momento ha hecho que una compañera pueda cerrar un ciclo, pueda terminar su batalla, pueda seguir creciendo como mujer, se reencuentre y se ame.
Creo que nada es al azar, y están allí porque así debe ser. No es que estén obligadas en un lugar que no quieren estar, por eso son muy chiquitos los espacios, se hablan de muchas cosas. El taller ha ido mutando, sé que se llama Empoderamiento femenino a través del poder de la imagen, pero ya no tiene que ver con la imagen exterior, es un proceso de reconstrucción, es como una terapia grupal, un proceso de sanación a través de las experiencias, los retos, la percepción que tiene cada una de sí misma y de las percepciones y los retos que quieren cumplir en los próximos seis meses. Ha mutado, no comenzó así, aunque se quedó el nombre, pero si tú vas al taller habla de otras cosas, de la sanación personal, de cómo reconocer lo bonito que tiene tu compañera y tú, cómo decírtelo. Hay ejercicios que son súper fuertes y donde las chicas terminan llorando porque nunca han escuchado eso o porque nunca se lo habían dicho a ellas mismas, entonces es súper fuerte. Sin embargo, todas las dinámicas que hago son porque me las he hecho a mí, las he adaptado para el grupo.
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